… que ha conseguido que fallen tres discos de 1Tb consecutivamente, muriendo también de paso otro de 500 Gb durante el proceso.
Todo comienza cuando detecto fallos en uno de los discos del servidor budapest que estaban ocupando los dos huecos de la derecha de la fila inferior, tal y como puede verse en la foto.
Encargo entonces un disco de reemplazo y procedo a mover todos los datos desde el disco estropeado al funcional. El nuevo disco es un Seagate de 1Tb y cuando me dispongo a instalarlo lo sitúo en hueco libre más próximo a los otros dos -el tercero empezando por la derecha-. A continuación le proporciono alimentación eléctrica y cable de datos y pongo en marcha la máquina.
Para alimentar eléctricamente el disco primero tengo que añadir una extensión a la salida de la fuente de alimentación, y creo que aquí es dónde está mi error. ¿ Por qué ? Pues porque después he visto que dicha extensión no corresponde a la misma fuente de alimentación. Ésta es de marca Titán mientras que el cable es de una Valeo y quizás eso sea una diferencia fatal.
Al poco de arrancar descubro que el nuevo disco no aparece, pienso que ha venido defectuoso y me reboto un tanto pensando en la mala suerte que estoy teniendo y en la categoría de los fabricantes que nos han tocado en gracia. Extraigo el disco que fallaba y lo aparto retirándolo del servidor puesto que ya he salvado todos los datos que podía en el superviviente; devuelvo el disco de 1 Tb y me lo cambian por otro de marca Samsung -modelo HD103SJ- que conecto entonces donde estaba el anterior, en el segundo hueco de la derecha y usando también los mismos cables. Todo funciona estupendamente y me quedo esperando a recibir el disco para completar el espejo.
Recibo el disco, misma marca y modelo que el que ya está funcionando y lo coloco en el mismo hueco libre y con los mismos cables de extensión. El disco no arranca y no es reconocido. Había venido en festivo con lo que mi cabreo es considerable; no es imposible que me pase ésto pero si muy improbable. Vuelta a llamar al proveedor que me consigue otro disco para el día siguiente y hoy sábado me planto en el trabajo con el disco y un buen número de ideas sobre otras cosas.
Ni me planteo comprobar el disco porque ya lo ha hecho el proveedor y quiero ponerme cuanto antes en marcha. Y sí, me puse rápidamente en marcha hacia el abismo, porque volví a emplear el hueco y los cables con el disco de reemplazo (¿ he dicho ya que volvía a ser un Samsung HD103SJ ?) y … el disco presenta los mismos síntomas que los anteriores: falta total y absoluta de actividad. El modelo tiene fama de silencioso, según algunas revisiones que he leído en la red, pero no creo que tanto.
Entonces caigo en la cuenta de que tengo un disco SATA de 500 Gb en una carcasa externa y que puedo ver si es que el cable no recibe bien la corriente o algo similar. Le quito la carcasa y pruebo con el convertidor SATA-USB y veo que el disco arranca, el sistema reconoce las particiones e incluso puedo montarlas. Cuando lo conecto en el hueco maldito con los cables de la muerte[1] se repite el mismo. Lo peor es que al traerlo de vuelta al convertir no hace ni amago de encender. He perdido el contenido del disco (que no era importante porque no me terminaba de fiar de él) y no me hace ninguna gracia.
Una vez convertida la mesa en un cementerio de discos y tras consultar con mi pareja, una chica ecuánime y estupenda, me decido a dejar las cosas como están y a cambiar la fuente de alimentación dentro de unos días, cuando consiga otro disco nuevo. Pero antes, ops, antes me encuentro con el disco primigenio, aquel que comenzó todo esto y por el cual me metí en este lío tan absurdo del hardware.
Dudo unos instantes porque estoy harto de perder discos pero me di cuenta de que me hace mucha falta verificar mi teoría, así que compruebo con el convertidor a USB que el disco está accesible (aunque dañado en su interior) y entonces empleo un cable de alimentación y datos diferente y lo conecto al equipo. Enciendo y … ¡ voilá !, el disco se reconoce sin problemas tanto por el BIOS como por Linux.
Después he hablado con el proveedor para contarle mis problemas con detalle, he empaquetado los discos y me retiro a casa con los míos, a comer y a pasar el fin de semana. Ya estoy tranquilo porque ya sé qué ha ocurrido; ahora sólo resta ver cómo termina.
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Notes
[1] A estas alturas tengo que llamarles así.