De nuevo Carmen y yo asistiendo a una función de teatro. Un miércoles tarde en un teatro pequeño y con mucha personalidad: el Tribueñe.
La obra se llama Amiga y es de la autora Irina Kouberskaya, de la que tengo entendido también es la dueña de la compañía, y es un poco más intensa de lo que me esperaba. Algo lógico porque no conocía de nada la vida de la persona en la que está basada: Marina Tsvetaeva, una poetisa rusa del primer tercio del siglo XX.
¿ Y qué decir de la representación ? Pues una belleza de puesta de escena, música, ambientación e iluminación. La interpretación muy buena, pero apreciable cuando conoces más sobre qué están narrando. Afortunadamente Carmen sí conocía su obra, tiene varios libros y los ha leído, y pudo después aclararme algunos de los aspectos con los que me encallé.
El problema para mí de estos espectáculos tan preciosistas es que si no entiendo mucho la historia desconecto y me dejo llevar por el ambiente. No me aburro, ojo, es que de repente estoy fuera soñando, acunado por la música y las luces y me pierdo la actuación.
Después hubo un pequeño coloquio con la traductora al español de sus obras Selma Ancira, que habló sobre cómo y dónde conoció la obra de Marina (en la antigua URSS) y por qué decidió comenzar a traducirla. Interesante también porque Selma es de trato sencillo y tiene ese habla tan dúctil de los mejicanos. De los que he conocido con un mínimo, claro, que para hablar mal no hace falta de ser de algún sitio.
Una tarde interesante que hay que dejar reposar.