Resumiendo mucho: uno de mis homínidos estaba pagando una ampliación de una cuenta de la empresa (la suya) con su propia tarjeta. Y yo con estos pelos.
Hace unos meses las quejas de uno de mis homínidos sobre su buzón de correo, sobre su tamaño concretamente, empezaban a molestar lo suficiente como para que me las tomase en serio. En la empresa tenemos el correo con Google con el producto que ya no sé muy bien cómo se llama pero que empezó siendo Google Apps o algo así. Lo cambian tanto que ya ni me molesto en aprenderlo.
El caso es que este homínido ha usado los dos últimos años los envíos brutales a los clientes con catálogos en formato PDF sin comprimir e imágenes directas de varias megas de tal manera que ha agotado los 30Gb que tenía de espacio de almacenamiento. Tanto él como yo hemos intentado descargar su buzón borrando mensajes antiguos o muy grandes y no ha habido forma. Yo incluso probé el famoso gyb para hacerlo mediante la API y nada. Te dicen que todo está hecho, incluyendo vaciado de papelera por si acaso, pero lo que ocupa el buzón es lo mismo.
Así que un buen día se me ocurrió mirar a ver si podía ampliar su cuenta. Es algo que hacía regularmente, pero como Google (de los cojones) no me daba otra opción que migrar todas las cuentas a una categoría superior donde pagaría el doble por ellas, pues era trabajo perdido. Pero mira por dónde en esa ocasión me decía que podía ampliar el almacenamiento para una única cuenta. Jo. Pues mola. Así que seguí los pasos en su infernal programa de administración (que da para un libro casi porque llevamos así décadas sin posibilidad de mejora) y amplié su cuenta hasta los 100Gb. No recuerdo si había algo más pequeño o no. A esas alturas estaba tan cansado de pantallas pa’lante y pantallas pa’trás que me dije que vale, hacedme vuestro y todo que sí. Y quizás ahí estuvo la raíz del problema. Quizás.
Desde entonces el homínido me iba enviando las facturas que le llegaban por el servicio y que yo archivaba sin más que un vistazo rápido al importe. Al principio me extrañó que le llegasen a él y no a mí que soy el administrador y que recibo siempre las del dominio de la empresa. No le di más importancia porque Google y su sistema de facturación hace cosas raras desde siempre. Por ejemplo es normal que me llegue la factura y horas o días después el aviso de que me llegará la factura próximamente. Cosas de ser un gigante tecnológico, supuse.
El caso es que hace dos días mi homínido (el de la cuenta ampliada) me dijo que cómo era posible que le llegasen cargos a su banco de la ampliación de la cuenta de la empresa y que desde cuándo le pasaba. Torcí el gesto y le contesté con buenas maneras que eso no era posible, que ese servicio está facturado a la empresa y cargado al banco directamente. Que no teníamos tarjeta como forma de pago.
Y él que sí. Y yo que no. Y él vuelta a que sí hasta que me pilló en la calle (cuando salí a fumar y él venía de otra de las naves) y me lo volvió a contar casi con risas. Risas porque eran dos euros al mes, asumo, y que eran sólo seis meses y no le había dejado sin comer (la empresa se lo ha reembolsado). Y entonces, viendo su cara, me detuve y le pregunté en serio si los cargos los tenía en su cuenta personal. Y me dijo que sí, que lo había visto revisando su cuenta bancaria y que le extrañó el cargo porque estaba duplicado. Él también había ampliado su cuenta de gmail y le cobraban obviamente.
Ahí fue donde ya me preocupé de verdad. Me abrí paso a machetazos entre las opciones del panel basura de administración de Google y descubrí, con pasmo, que su tarjeta personal estaba entre los medios de pagos de la empresa. ¡ Pero qué coño ! Si él ni siquiera tiene permisos para tocar su cuenta, menos aún la administración del dominio.
Le interrogué con más detalle después. Tuve que decirle eso de «cierra los ojos y piensa en algo bonito» que hacen ahora en los interrogatorios modernos policiales y no a bofetadas como hacían los polis de verdad de antes …
No, en serio, le sonsaqué una posible explicación con calma y paciencia y me contó que tiene las dos cuentas, la personal y la de la empresa, con la misma aplicación en el mismo teléfono y que todo lo hace por ahí. Y nada, que Google dijo que ya que paga una cosa pues que pague la otra también.
Aún estoy perplejo por cómo de sencillo ha sido que un usuario alcance el panel de control más profundo de la cuenta de la empresa. Estoy deseando quitarme a Google de encima porque ventajas cada vez le veo menos. Sólo está la facilidad de conexión con los dispositivos. Son de la empresa pero no me dejan meterles mano así que recurren a mí cuando ya no pueden hacerlo ellos. Y de auditarles nada de nada, que eso son tontadas que les complican la vida. Y mientras la información fluyendo libremente por quién sabe dónde.