… choque de mundos (o algo así).
Por lo visto necesito llegar a un consenso con el director de la empresa para elegir el nuevo ERP que va a sustituir al mío. Unos veintitantos años después vamos a sustituirlo y confieso que la situación se me ha ido de las manos. Tanta ha sido mi colaboración que me he visto en serio peligro de verme totalmente apartado. Y mira, más bien no, porque resulta que estoy en ese sitio para quedarme y no pienso dejarles que cometan el error de elegir un sistema basado en Windows. Son demasiados años evitándolo por los pelos y mucho esfuerzo invertido por mi parte como para dejarnos llevar ahora por cantos de sirena y entregarnos con armas y bagajes al enemigo.
Refranes y dichos aparte lo que de verdad me preocupa es la inseguridad. Conozco algo los sistemas de Microsoft y son idóneos para crear dependencias técnicas y económicas; si damos el paso hacia ello dejaremos de decidir cuándo y cómo hacemos los cambios. Tampoco sabremos cuánto gastar en el futuro. Las empresas o empresa que nos lleve de la mano, que sea nuestro socio tecnológico en palabras del director, tendrá o tendrán la capacidad de decisión sobre qué hacemos y qué no con nuestros datos. No me gusta. Y, además, si llevamos décadas sin necesitar un socio tecnológico (porque pagamos a un informático para que se ocupe de ello) ¿ para qué coño necesitamos ahora a uno ?
Sí, vale, que se haga cargo de la aplicación principal, del famoso ERP, que lo instale, lo mantenga y lo amplíe. Ahí si que no nos queda otra que aceptar su dominio. Hasta cierto punto. Si elegimos software libre siempre tendremos la posibilidad de mandarlos al guano, de apretarles o de quererles mucho. El programa será nuestro (desde un punto de vista conceptual) y los datos también.
Tengo que convencerle porque le necesito tanto como él a mí. La empresa es pequeña y no resistiría un enfrentamiento a ese nivel. Ni yo tampoco, no nos engañemos. Ahora estoy viviendo una reconstrucción personal y aún no soy lo bastante fuerte como para convertir mi lugar de trabajo, mi pasión, en un pequeño infierno en el que tenga que cubrirme y defenderme de unos y otros. Dejaría de molar.
Pero es que, joder, ¿ no se da cuenta de lo humillante que resulta para mi que tras toda la vida decidiendo de repente me vea totalmente apartado ? ¿ No debería él tener también un poco de manga y ceder en algo ?
Y lo que más me preocupa, lo que hace que la última semana duerma fatal y me levante con dolor de cabeza casi a diario, es la idea de tener que imponerme. No quiero dar un golpe en la mesa y decir que hasta aquí hemos llegado.
Y puedo hacerlo; son cosas de la pequeña empresa y los lazos familiares. Qué le vamos a hacer …