… entre gritos y lamentos.
La semana pasada me hablaron de una idea de la que recelé al comienzo pero que atendí por si acaso era algún tipo de trampa. No lo era.
Y es que resulta que en mi lugar de trabajo las cosas van regular. No se vende lo suficiente, al parecer, y los ánimos están más bien bajos. No ayuda el que el jefazo máximo esté siempre a gritos, quejándose de todo, y con cara de estar pasando algún trance médico doloroso.
Así que la semana pasada el director/contable me habló de una idea que le estaba rondando la cabeza: diversificar el negocio y crear algo nuevo relativo al software. Y es que después de tres años de sufrir un ecosistema como odoo, que no termina de funcionar correctamente -y que su función principal parece ser dar trabajo vitalicio a programadores y analistas externos- podría resultar en una nueva línea de negocio interesante. Consistiría en usar el conocimiento adquirido con lágrimas y sangre para vender instalaciones de este programa a otras empresas apoyados siempre en el muchacho externo que es el que entiende.
El chico que encabeza esta tarea (como digo externo y por horas) no le parecía mal en un principio; él tenía la experiencia y el conocimiento pero le faltaba una red comercial y una instalación base. Y así nos reunimos con él para hablar del asunto y allí surgió otra idea por parte de uno de los compañeros que asistieron.
Este compañero, de siempre apañado y rápido de pensamiento, propuso pues otra idea que podía estar mucho mejor: crear una aplicación concreta a modo de cebo que nos trajese nuevos clientes y mantuviese mejor a los que teníamos.
La aplicación tendría que proporcionar algún servicio útil, o varios, que cualquiera del gremio pudiese emplear sin restricciones y que mantuviese abierta una línea de comunicación con nuestro ERP (en odoo, claro) para que fuesen los mismos clientes los que quisiesen y necesitasen emplearla y comprarnos más y mejor. Es una apuesta, claro, como casi todo en los negocios.
Esta mañana nos hemos reunido y les he explicado que quizás no quedo claro al muchacho externo que él correría con los gastos del desarrollo inicial y que nosotros aportaríamos nuestra experiencia y guía. Que ambos tendríamos que invertir tiempo y esfuerzos para conseguir un beneficio indeterminado y que, en mi opinión, sería bueno contar con nuestros comerciales para que aportasen ideas y razonasen qué sobra y qué falta en el proyecto. Yo me ofrecí para crear un análisis concreto con el que poder hablar con la parte de software (el muchacho externo) y que así pudiese evaluar realmente en qué se metía.
Pues llegado ese punto en el que estábamos de acuerdo se lo han propuesto al jefazo para ver si al menos podíamos presentar la idea a los vendedores para recibir su opinión y la respuesta ha sido un no tajante. No estamos para eso ni queremos invertir un duro en proyectos de ese tipo. Que la empresa está muy mal y bla, bla, bla y gruñidos varios y que no hay tiempo que perder en esas cosas.
Y volvemos a perder otro tren más. Hace más de una década que podríamos habernos girado hacia Internet con muchos recursos hasta haber tenido una imagen sólida en ella. Era algo raro entonces, se desechó sin mucho miramiento, y ahora, cuando se ha vuelto imprescindible, todo se ha hecho a la carrera, tirando dinero en carretadas, y con resultados más bien mediocres. Y peor aún, se sigue viendo como algo molesto y caro, y continuamos sin tener visión alguna que no sea el retorno inmediato de la inversión.
El que lo haga yo ni se menciona, claro, porque en esta empresa ya no quieren depender de mí para nada y no van a darme ni un mínimo de confianza o de impulso. Es triste pero es cierto y así debo verlo a partir de ahora. Seguiré con mis pequeños avances cuasi personales y quizás algún día vuelva a tener relevancia. Y puede que entonces ya no me interese tenerla.