… como decíamos ayer.
Tras pensarlo un rato y rebuscar en la caja de discos de reserva, encontré un Seagate de 40Gb PATA en perfecto estado y me decidí a emplearlo como disco de arranque. Creé una tabla de particiones nueva, la primera de tipo
ext3
y la segunda de intercambio, me aseguré de que estuviese puesto como disco maestro y lo instalé en el servidor.
Vuelta a arrancar con una Debian en modo rescate. Copio los archivos de
sda1
a
hda1
, modifico la configuración de
grub
y los puntos de montaje en
/etc/fstab
y pruebo a arrancar desde el disco PATA directamente.
Sin problemas excepto porque no detecta el disco nuevo. Ni la BIOS ni el núcleo Linux detectan ningún otro dispositivo SATA, así que reviso los cables que lo conectan, los cambio por precaución -aunque estaban funcionando con el anterior disco- y finalmente lo saco y empleo el viejo truco indio de ponerle corriente y aplicar la oreja para ver si escucho algo. Nada. El disco está totalmente muerto, así que me felicito mucho por no haber confiado mi vida y mi hacienda a tal dispositivo, lo vuelvo a empaquetar y lo llevo de vuelta al vendedor para que me lo cambie. No hubo sorpresas por esa parte y el sábado volví con el disco nuevo, de marca Samsung, para instalarlo en el servidor.
La mañana del sábado consulto un par de documentos imprescindibles para el montaje que me propongo. El primero es el wiki del RAID del núcleo Linux y el segundo es el conocido LVM Howto junto a mi pequeña contribución al respecto.
Al finalizar la mañana dispongo de un RAID nivel 1 -también llamado espejo– con un único disco de 1 Terabyte, y el servidor inicializado con una nueva unidad de cinta y dos discos más en reserva. Bien, lo cierto es que además de completar el sistema con el disco nuevo aproveché para fagocitar el último de los servidores independientes, uno llamado
Alejandria
, que contaba con una unidad de cinta DAT de 72 Gb, SCSI para más señas, y que ahora forma parte de
Budapest
.
Y eso es todo por el momento. Estoy esperando el nuevo disco y arreglando pequeños detalles que se me pasaron por alto durante la vorágine de estos días.