… en versión electrónica.
Eso es lo que nos está ocurriendo con alguien de la villa de Ciudad Real (presumiblemente) a tenor de su dominio de correo. Y es que en Octubre pidió información sobre el precio de un artículo. Se le envió un mensaje muy breve con el precio y una pequeña (pequeña, ojo) fotografía del producto. No tuvimos respuesta.
Hasta que unas semanas más tarde recibimos un mensaje a grito pelado del individuo (en unas correctísimas mayúsculas), exigiéndonos que dejásemos de bombardearle con la misma respuesta, que era un sinvivir y que así no podía seguir. Pasmo total entre nuestras filas y búsqueda en los registros de envío de correo. Nada de nada. Un único envío directo a su servidor de correo. Le escribo una respuesta educada, pidiéndole disculpas y rogándole -como mandan los cánones- que si tuviese algún problema más no dudase en decírnoslo. Sin respuesta tampoco.
Y vuelta a la calma durante unos días más hasta que hoy recibimos otro lastimero correo. En él se cuenta que son más de 50 copias diarias del mensaje, una tortura (sic) de existencia y la sugerencia de que nuestro servidor está mal. Y vuelta a revisar nuestros registros, y vuelta a verificar que no, que nuestro servidor envía directamente al suyo y que no hay más mensajes que los que salieron conscientemente.
Así que decido, aunque me haga perder mucho más tiempo del que merece, avisar al ISP de su buzón de correo (que llamaré example.com) con un detallado escrito en el que les cuento toda la situación. Hasta tres veces he tenido que enviarlo. La dirección »postmaster@example.com» no existe, la dirección «webmaster@example.com» tampoco. En su página web veo que hay otras dos direcciones más: la primera es «soporte@example.com» que también es desconocida y la segunda «info@example.com» es un URL que retorna un error 404. No he probado con «root@example.com» porque ya me parece excesivo, pero al final es posible que «info@example.com» termine por funcionar, porque la he copiado a mano y se la ha tragado.
Ya veremos.