… cuando ya lo has probado de varias formas y sólo quieres llorar en un rincón.
Esta entrada es sólo el preludio de al menos un par de ellas más.
En mi lugar de trabajo tenemos dos impresoras térmicas de etiquetas amablemente cedidas por sendas empresas de transporte (que se vieron obligadas si querían tenernos como clientes, suministro de etiquetas incluido) y que se emplean tanto desde Windows como desde Linux.
Desde Windows porque dichas empresas de transporte tienen páginas web más o menos dificilillas de usar y mantienen pequeñas aplicaciones que rellenan e imprimen las muchas etiquetas implicadas en una expedición de mercancía.
Desde Linux también lo usan en ocasiones; menos de las que me gustaría porque los controladores no son muy finos y el acabado es algo diferente. Falla sobre todo en el escalado de páginas y a veces consiguen que las etiquetas sean inútiles por no mostrar más que un fragmento de la información.
El caso es que las dos impresoras están conectadas a un ordenador vía USB y se comparten, empleando el servidor CUPS local, con el resto de la red. Más bien están dadas de alta en el servidor central y actúa como puerto de impresión remoto.
Ahora ese ordenador se ha reorganizado y tiene un arranque dual, Windows 10 y Debian, por lo que me veo haciendo malabares para que desde Windows se comparta con el resto de la red Linux, teniendo en cuenta que están en la misma máquina y no hay un patrón de arranque determinado. El operador cuando necesita usar Windows reinicia la máquina y entra. Y vuelve a Linux de la misma forma y con la misma motivación.
Así que, una vez que le he dado un nombre y una dirección IP estática, he instalado el servidor CUPS y procederé a buscarle un hueco en un estante y a conectar las dos impresoras y compartirlas con el mundo.
[…] primero es el servidor de impresión en una Raspberry Pi y lo seguirán todo aquello que escribí para los escritorios corporativos en Linux y que ya han […]