Y es que hay que escuchar hasta el final …

… por mucho que duela.

Ayer Laura me contó algo que hizo que nos partiésemos de risa durante un rato. Está cada vez mejor como persona.

Resulta que tiene un compañero de clase y amigo que el año pasado cursó estudios en USA y con el que no perdió el contacto. El amigo le enviaba audios de cinco o seis minutos de duración que con el desfase horario le entraban (supongo que vía WhastApp) sobre las cinco de la mañana.

Laura se cansaba de escuchar, se iba saltando el audio a trozos y al final contestaba con un genial, muy bien y algún emoji felicísimo o algo similar.

Hace poco se lo confesó a su amigo y éste (que también tiene su paciencia) le contestó que ya lo sabía. Lo descubrió el día que le contó en uno de esos audios que habían atropellado a su profesor y a lo que ella contestó: Muy bien, Ja,ja.

Pobre …