Porque no he conseguido que funcione de manera sencilla. Y no me merece la pena el esfuerzo sobretodo cuando tengo que hacer cambios en el servidor web que usan otras muchas personas. Bueno, no tantas, pero más de una.
A mí la idea de federar el contenido me parecía (y me parece) muy chula. Que sea posible publicar y hablar sobre la publicación dejando rastro tanto en el fediverso como en el propio blog era la solución a un gran problema que he visto siempre en los blog: la falta de interacción sencilla. El RSS es una obra de arte pero se olvidó o no, no lo sé, de la otra parte, la que permite conversar sobre la publicación desde un único tipo de aplicación. Y esto parecía que lo solventaba.
Según me dicen sí, funciona muy bien, pero mi instalación es de tipo múltiple, con directorios en lugar de subdominios, y es muy complicado que todo vaya bien. Es más, al parecer hay que instalar un par de complementos más en WordPress para que funcione del todo. Ha sido entonces cuando he dicho que hasta aquí llegamos. Cada vez que hago una instalación de terceros me hecho a temblar pensando en qué estaré exponiendo ahora y en el futuro. Hago como que no lo veo y sigo pero nunca se me olvida del todo. Especialmente porque WordPress está derivando demasiado deprisa a un sitio de diseño y no de publicación. A un sistema en el que ya no controlas apenas nada de lo que creas y lo que envías a los clientes. ¿Tipografías de terceros? ¿Bibliotecas Javascript o CSS? Las que ellos quieran y cuando quieran.
No termino de entender a qué viene tanta falsa mejora, aunque sospecho que me estoy haciendo viejo y añoro cuando el mundo era más entendible (vamos, el año pasado mismo) y más lento. Más abarcable.
Y, bueno, que sí, que lo he quitado y ya veremos si lo vuelvo a poner. A fin de cuentas una entrada de un blog tiene tendencia a ser larga y tampoco lo veo encaje en un sistema de microbloging como Mastodon y afines. Para leerme tochos ya tengo el BOE.