Pisoteando mis principios …

… y otras desventuras. Ahora toca sufrir un poco y taparme la nariz.

Porque sí, tengo que instalarme el maldito Whatsapp. No he conseguido convencer a nadie de los dos grupos con los que muevo -los de teatro y los de excursiones con perros- para que prueben Telegram.

Da igual que se puedan tener lo dos -como voy a hacer yo-, que Telegram sea mucho mejor que el otro. Da igual todo. Se limitan a sonreír de lado y a mirarme como si fuese un muchachito excéntrico. Mira que mono, seguro que piensan.

Así que sí, voy a instalarlo a pesar del riesgo que corro en que me localicen personas de mi pasado reciente con las que no quería tener ningún contacto. Supongo que existirá la opción de bloquearlas porque si no me va a durar poco el invento.

Lo peor será explicárselo a mi hija. O no, porque la chica es comprensiva, pero doy por hecho que aprovechará para pedirlo para ella. Jo.