Tres lecturas dispares para recuperar una antigua categoría en este blog: las cestas.

Sí, lo sé. He dicho esa frase en varias ocasiones antes y empieza a ser cansino. ¿ Será esta la definitiva ? ¿ La que arranque la sana costumbre de guardar lecturas, leerlas luego, pensar en lo aprendido o lo expuesto, compartirlas con personas queridas y hablar sobre ellas aquí ?

Veamos qué sucede …

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Por Regina Sienra en The Modern Met

Un bicho apasionante. No sólo científicamente por sus capacidades de regeneración -oiga, que es que recupera en su sitio prácticamente todo-, también porque forma parte de la historia de la extinción de especies que estamos escribiendo los humanos.

Hechos interesantes hay varios, además de las capacidades de regeneración, es que puede respirar por la boca, los pulmones y la piel, y que tiene tres pares de branquias que muestra como una corona y cuatro patas que sólo emplea para subir a la superficie a respirar. Tanta respiración no es buena en entornos contaminados como en los que vive y esa es una de las amenazas que afronta.

Le salvará, si es que no es demasiado tarde, que es útil y cuqui al mismo tiempo.

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Por Paul Baka en Hackernoon

Artículo en inglés explicando qué, cómo y por qué utilizar DNS sobre conexiones cifradas con TLS.

Comienza mencionando los principios de Internet donde todos eran buenos y seguían la netiqueta. No había problema alguno que tus consultas de nombres las viese un tercero en algún tipo de visión irreal del mundo.

Ahora por supuesto no. Ya no es sólo que quien sepa qué ves esté aprendiendo de ti para venderte cual lechuga en un cesto, es que es útil también para que los malos se hagan una idea mejor de cómo estás organizado y con qué te relacionas y así poder atacarte mejor.

El artículo es corto y concreto. Explica qué diferencia hay entre resolver nombres empleando una conexión cifrada (de lo que habla) y el mecanismo DNSSEC, más completo y que aún puede existir, pero que por semejanza se le suele confundir con el primero.

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Por Jorge Franganillo en The Conversation

La facilidad de adquisición de imágenes está resultando en un lastre para el propio disfrute de las mismas. Incluso la mera acción de borrar ya supone un gasto de atención por lo que siempre posponemos el proceso. Y así sólo conseguimos ser más pobres cuanta más abundancia hay.

El artículo explica en cuatro párrafos los motivos psicológicos que nos impiden poner en valor (a través de la limpieza y el orden) nuestras colecciones de imágenes. No va mucho más allá pero responde a la pregunta del titular.