Yo no sé cómo me las apaño pero con este hombre siempre pico. No se puede decir que no sea predecible porque le pasa como a otros, que detrás de un argumento chulo y una sinopsis disparatada se esconde siempre el toque místico que termina jodiendo todo.
En esta novela se supone que hay una crisis nacional de salud por una nueva droga de diseño que ha comenzado a introducirse a bajo precio y que no tiene los efectos secundarios de las clásicas. Según se aumenta el consumo produce alucinaciones y comienzan algunos asesinatos que pueden tener relación con ella. Al mismo tiempo, en paralelo, nos presenta la historia del hombre sin nombre que en realidad con el sobeteo que le da termina llamándose «Hombresinnombre» que parece que es algún tipo de psicópata que además es inteligente y al que contratan para asuntos a largo plazo tipo infiltraciones.
Revelaciones a partir de aquí
Te presentan pronto a la que supone una de las protagonista, una policía obsesionada con su trabajo (para variar) que se encarga de los crímenes y a la que asignan como ayudante -no recuerdo por qué- a una medium que colabora con la Policía Nacional porque parece ser que la famosa droga produce alucinaciones sí, pero con el mismo tema a todos: los espíritus o algo muy parecido. Claro, que todos alucinen con el mismo tema y algunos se quedén más para allá que para acá sólo puede deberse a dos cosas: a que la droga estimule el órgano religioso o que los espíritus existan y la droga permita verlos. De ahí que se utilice una medium para descartar si hay espíritus o no.
El uso de una medium (rarita de cojones también pero que hace migas fáciles con la chica polícia rarita a su vez) ya es extraño si no crees en los espíritus pero como en esta novela termina creyendo hasta el apuntador ves normal que la tengan como asesora hasta que recuerdas de nuevo que antes no creían en espíritus. Pero vale, se hacen amigas y se ponen a descubrir una presencia maligna, maligna pero maligna de la leche bajo el parque de El Retiro. Y sí, ahí terminan estando gigantescas instalaciones subterráneas de los malos desde hace la tira de tiempo de las que nadie ha hablado en varios siglos porque al parecer estaban bien pagados o algo similar. Estos malos tienen que ver con lo del protagonista del título.
El protagonista del título, el hombre sin nombre, es otro obseso del trabajo como la policía pero curiosamente no se ven ni se comunican durante toda la novela porque la inspectora está para darle credibilidad oficial a la medium que es la que sí que se termina viendo con el hombre sin nombre al final de todo y así, en cuatro páginas, se descubre la red de distribución de la droga de los espíritus que está haciendo estragos de salud en Madrid y parte del mundo. En realidad tampoco se vé que haga más estragos que la heroína en los ochenta pero si lo dice así pues así será. No toca el tema más allá de algunos asesinatos provocados por las alucinaciones y que en realidad son de homicidios no de salud. Bueno, de mala salud si quieres porque los han matado pero nada de ahogar urgencias y desbordar hospitales con gente de esta. No más que en los ochenta, insisto.
Pero es que la novela va realmente de una secta centenaria que cree en el más allá y en un espíritu de un guerrero de la hostia y por eso llevan toda la vida contratando al hombre sin nombre de forma anónima para que haga trabajos y luego para que mate al jefe de la secta. ¿Por qué? Para que el jefe de la secta palme y pueda ocupar el cuerpo del hombre sin nombre que, por cierto, además de ser obsesivo con el trabajo en investigación y suplantación de identidades es además un híbrido entre John Wick, Bruce Lee y Terminator. Así que parece que al jefe de la secta le conviene cambiar de cuerpo. El desarrollo de la droga es para que todos rompan la pared que les comunica con el otro mundo (o algo así) y el espíritu del guerrero pueda pasar.
Así que tenemos que el jefe de la secta morirá a manos del hombre sin nombre y el espíritu del guerrero pasará a ocupar el suyo y luego él ocupará el cuerpo del hombre sin nombre. Bueno, no él, el espíritu del guerrero. De él no quedará nada y no entiendo por qué se presta a esa mierda de tratos pero parece ser que quería ser un súper ser capaz de todo. O no, porque recordemos que es el espíritu del guerrero el que pilla cacho y a él le dan de lado. Así que no entiendo bien para qué hay que hacer esto. Es más, ¿y el resto de la secta qué demonios ganan? Si esto no es para gobernar ni para atraer mozas ni dinero ni nada. Se lo queda todo el guerrero de marras. Sí, es verdad que les pagan bien pero cuando el guerrero sea la encarnación de Shiva y les mate a todos el dinero como que no.
El caso es que el hombre sin nombre termina encontrando a la médium y quiere emplear con ella su técnica de interrogatorio habitual -que consiste en hacer mucho daño, preguntar, volver a hacer mucho daño, preguntar, volver a hacer mucho daño y matar- pero ella se lo cuenta todo porque nota algo y entonces él va a matarla de forma bondadosa rompiéndole el cuello y se arrepiente y como que se va. Pero al tocarle el pescuezo le ha transferido toda la información sobre los que fabricaron la droga y la distribuyeron y así en las páginas finales el alcalde de Madrid puede enviar un ejército a los túneles bajo El Retiro que ocupan decenas de kilómetros y acabar con los malos a tiros, como debe ser. Ah, que la médium adquiere información por contacto físico. No con todos porque en el metro las pasaría putas pero casi. Tiene que haber algún tipo de contacto previo, relación o conductividad por lo visto.
¿Qué cómo sabía el hombre sin nombre lo de la droga y todo eso? Pues como le habían encargado que matase al jefe de la secta tenía que introducirse en la organización y para hacerlo les diseña un plan de distribución de la hostia y así no es que lo sepa todo, es que lo ha diseñado él y por eso se lo sabe mejor que nadie. La tasa de transferencia de datos debe ser monstruosa si te quieren estrangular. Aquí deberíamos tomar nota los que administramos redes.
Así que como en el centro del laberinto de la narco secta se encuentra la puerta al otro mundo casi abierta la medium la cierra cuando la llevan y ya la droga deja de hacer efecto y todo bien. Así.
Más o menos porque al final el espíritu del guerrero ocupando el espíritu del jefe de la secta de alguna manera ha sobrevivido y ha encontrado al hombre sin nombre que se había retirado forrado de pasta a una isla (para variar también) y le quiere comer y todo eso porque nos ha vuelto a tocar el malo que además de hacerte daño te da la turra con sus motivaciones y sus propósitos así que daño físico sí y mental también. Asumo que se rendiría para que todo acabase de verdad de la buena.
El órgano religioso
Arriba he mencionado un concepto llamado órgano religioso y que leí hace mucho tiempo en la trilogía de El paralaje Neandertal de Robert J. Sawyer y que hace referencia a una parte de nuestro cerebro que nos haría vulnerables a la idea de la religión. En las novelas hay un momento dado en el que se asiste a una inversión en la polaridad terrestre y todos los humanos pero no los neandertales sufren alucionaciones y estados de éxtasis. Sí, hay neandertales procedentes de un universo paralelo en el que prevalecieron y se hicieron casi comunistas y … Bueno, que hay que leerla porque mola mucho.
Y para acabar
He tenido que volver a instalar el complemento Ultimate markdown que mencioné en una entrada anterior porque estoy tanteando cómo escribir todas las entradas en este formato. Al nivel que lo empleo no me da muchas más ventajas que algún encabezado, alguna lista y enlaces al exterior pero sigo pensando en despertar y llevarme este blog a algo que no pierda tan fácilmente y que sea más ligero. Pero todo con el tiempo.
Por otra parte si la narrativa parece atropellada y torpe es porque hace muchísimo tiempo que no escribía textos con esta longitud, tengo el dedo medio de la mano izquierda en resorte y pendiente de operación y hace setenta y nueve semanas que dejé de fumar y casi desaparezco de estos sitios.
¡Qué bien, has vuelto a escribir aquí!