No era una tormenta otoñal. Era un muro oscuro, frío y húmedo que se desplazaba muy rápido hacia ellas. Con miedo corrieron entre arbustos hasta alcanzar la base de un promontorio. Allí se vieron empujadas a internarse entre rocas y ramas hasta deslizarse por una grieta buscando suelo seco. Y lo encontraron junto con un intenso olor dulzón.
Parecía una gruta, asustadas de nuevo, empezaron a andar cogidas de la mano, de repente se encontraron una parte más estrecha, la madre entró primero y lo que vio la sorprendió bastante.
Había una mujer cocinando en una olla muy antigua, de ahí el olor dulzón, apareció un pequeño niño, de unos seis años, detrás apareció otro chico de la edad de su hija, unos trece años, a la izquierda había un hombre fornido de pelo castaño de unos cuarenta años. «Supervivientes» y justo cuando iba a decirles algo, su hija pegó un grito ahogado, la madre se giró al mismo tiempo, que los cuatro individuos salían de la caverna y cuando vio a su hija …
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