… un regalo que me hizo Laura mucho tiempo atrás. No sé cuánto tiempo con seguridad. ¿ Cuatro, cinco, seis años ? Ni idea.
Lo hizo en el colegio y lo puse en el coche, sobre el salpicadero. Le decía que era el robot que lo vigilaba y así estuvo allí mucho tiempo.
No sé cuándo pasó del salpicadero a la guantera. El caso es que el pobre padeció todo tipo de tropelías y abusos allí dentro y pensaba hace ya tiempo rescatarlo y reconstruirlo. Ayer me decidí.
Su estado era el que puede verse en la fotografía: un asco.
Separé la base, que lleva la firma de Laura, extraje trozo a trozo el envase de yogur que le servía de esqueleto y, con cuidado, saqué los brazos y las antenas.
Me comí un yogur y lavé y sequé el envase. Luego lo introduje, le practiqué orificios en los lugares que tenía el anterior y situé brazos y antenas en su sitio. Me costó un poco que se mantuviesen hasta que pude hacerles una especie de nudo en el interior.
Una vez que recuperó cierto volumen limpié la base del pegamento anterior, rellené el cuerpo de arroz (originalmente estaba así) y procedí a pegar con cuidado la tapa.
El resultado es el siguiente a falta de pintar un poco la parte de la base.
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